El hecho de que el cóctel constituye, como se
ha dicho antes, "una bebida de toda hora", no
autoriza la circunstancia de que se prepare un
cóctel a las dieciocho y se sirva a las diecinueve, o diecinueve y treinta.
Es fundamental —para que su gusto llegue con
toda su pureza— que se beba inmediatamente
después de preparado.
Dejando demasiado tiempo el cóctel servido
en la copa o en el recipiente en que ha sido
preparado, sus componentes pierden el equilibrio
que se logró mediante el batido o mezclado; asimismo, el hielo se diluye demasiado aguando el
cóctel.
Luego, al querer refrescarlo nuevamente, la fórmula termina por desvirtuarse totalmente, convirtiéndose en un trago insípido.
Se aconseja, además, tomar una copa de cóctel
en tres o cuatro tragos, a lo sumo.
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